Una ley circular que podría terminar en el mismo punto

Una ley circular que podría terminar en el mismo punto

Hay iniciativas que por su propia naturaleza son políticamente correctas y que nadie se atrevería a cuestionar, tal es el caso de la nueva Ley General de Economía Circular, ya aprobada en ambas cámaras del Congreso por unanimidad en un tiempo récord: menos de 24 horas; una señal que no es precisamente la mejor, ya que las leyes verdaderamente transformadoras no suelen avalarse con ningún solo voto en contra.

La flamante ley plantea objetivos indiscutibles: reducir la generación de residuos, ampliar la vida útil de los productos, reconocer a los recicladores de base, fomentar el ecodiseño e impulsar un Sistema Nacional de Economía Circular. Muchas metas, pero caminos muy endebles para alcanzarlas. No se trata de una revolución verde, sino de un acuerdo políticamente cómodo que deja demasiados huecos y evita tocar intereses reales.

La responsabilidad extendida del productor (REP), que debería ser el corazón de cualquier marco de economía circular, quedó diluida en generalidades. Las empresas productoras e importadoras serán “corresponsables” del ciclo de vida de sus productos, pero la ley no fija metas obligatorias de recolección, reciclaje o recuperación. No hay porcentajes mínimos, no hay plazos, no hay compromisos vinculantes. En lugar de eso, se apuesta por acuerdos de “implementación” entre gobierno e industrias, un mecanismo que ha sido utilizado para postergar o suavizar obligaciones mediante negociaciones opacas.

Uno de los grandes problemas de aprobar una iniciativa prácticamente sin discusión es que termina por quedarse “corta”. Mientras en otros países el debate ya se encuentra en la eliminación gradual de plásticos de un solo uso o materiales no reciclables, México aprobó una ley que ni los menciona. El tema de microplásticos, sustancias tóxicas y envases altamente contaminantes quedó fuera de la discusión legislativa. La transición circular queda en manos de la buena voluntad de la industria, no de la fuerza normativa del Estado.

Pese a contar con un gran aparato burocrático, la autoridad no ofrece el detalle de los mecanismos de vigilancia, ni el músculo institucional para hacer cumplir la ley. Sanciones hay, pero sin montos claros, no hay criterios disuasivos ni garantías de inspección. Como tantas leyes ambientales en nuestro país, corre el riesgo de convertirse en un catálogo de buenas intenciones sin consecuencias reales.

Existen otros puntos débiles en la legislación, particularmente el estatus laboral de los recicladores de base (pepenadores) y la crisis estructural de los municipios, responsables directos de la recolección y manejo de residuos. La mayoría de ellos carentes de recursos.

Una foto en donde todos aparecen muy sonrientes, pero un documento que al final es políticamente inofensivo. La economía circular no puede construirse con retórica. Habrá que esperar a que se publique la normatividad. Ahí se sabrá si México eligió transformarse o simplemente reciclar su narrativa.

El agua sucia del Río Tijuana

Luego de amagar con aplicar arancel de 5 por ciento si México no entregaba 246 millones de metros cúbicos de agua de la Cuenca del Río Bravo a agricultores de Texas antes de que termine el año, Donald Trump exigió este miércoles solución inmediata al problema de aguas no tratadas y drenaje que, a decir del presidente estadounidense, son una amenaza a California, Texas y todo el país vecino.

Todo el tema está enmarcado en el Tratado del Agua de 1944 entre ambos países. La frontera norte mide 3,142 kilómetros dividida en tres cuencas: la Cuenca del Río Bravo, la Cuenca del Río Colorado y la Cuenca del Río Tijuana. En las dos primeras se regula la entrega y recepción del agua; en la última, la calidad.

El miércoles pasado se analizó en este espacio los beneficios del tratado y los incumplimientos de México en las entregas de agua. Desafortunadamente, para efectos de la calidad de agua de la Cuenca del Río Tijuana, también México está quedando a deber.

Tijuana es una ciudad fronteriza que tuvo un crecimiento exponencial el siglo pasado alrededor del Río Tijuana, un río binacional que llega al condado de San Diego. La falta de planeación llevó a que el drenaje y las aguas residuales fueran a dar al río, llegando el caudal contaminado a la ciudad vecina.

Actualmente se están haciendo una serie de obras y proyectos para atender el problema de la calidad del líquido que se entrega al país vecino. En septiembre pasado, se inició la construcción de las compuertas del Río Tijuana, una obra de tuberías colectoras, y otro proyecto de desvío de aguas tratadas. Asimismo, se espera tener recursos para el siguiente año para la construcciones de colectores y plantas de bombeo. Apenas en noviembre pasado, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) reconoció los esfuerzos realizados para solucionar el problema de las descargas residuales al río.

Sin duda hay avances, el problema es que Trump exige respuestas inmediatas. Nadie está obligado a lo imposible, aunque las presiones podrán servir para obtener recursos y acelerar obras para el saneamiento del Río Tijuana.

Claudia Sheinbaum: una figura poderosa

La imagen de la presidenta Claudia Sheinbaum, a nivel internacional, cada vez se fortalece más, pese a lo que pudieran pensar sus detractores en el país. Recientemente, la mandataria mexicana fue nombrada la quinta mujer más poderosa del mundo, de acuerdo con la revista Forbes.

La publicación la ubicó únicamente después de Ursula Von Der Leyen, presidenta de la Comisión Europea de la Unión Europea; de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo; así como de Sanae Takaichi, Primer Ministra de Japón, y Giorgia Meloni, Primer Ministra de Italia.

En esta lista, la mayoría de las mujeres reconocidas, con excepción de las mencionadas anteriormente, son empresarias, ya que un alto porcentaje son presidentas o CEO’s de diferentes corporaciones transnacionales.

En México, la imagen de Sheinbaum Pardo también se ha mantenido estable, debido a que un importante número de encuestas, la han ubicado con índices de aprobación que superan el 70%. Otro punto relevante a su favor es que diversos analistas comienzan a destacarle identidad propia porque, si bien es cierto que es continuadora del proyecto político de Andrés Manuel López Obrador, cada día obtiene mayor posicionamiento por sus políticas de gobierno y comunicacionales.

Algunos puntos que son sensibles para la imagen de Sheinbaum, pero que no han alcanzado a afectarle lo suficiente como para disminuir esa popularidad, son la seguridad y la economía. Por un lado, el tema de la violencia en el país continúa siendo un factor fundamental, pese a la reducción del 37% en los homicidios, además del tema financiero que ante las cambiantes políticas de Estados Unidos, se mantiene como un tema delicado.

Y justamente hablando de la unión americana, ha sido relevante que el presidente estadounidense Donald Trump siempre se ha expresado con mucho respeto y consideración hacia la presidenta mexicana, ya que ha señalado en innumerables ocasiones que es una persona inteligente y además goza de su simpatía, lo que sin duda aporta dividendos positivos al posicionamiento de la presidenta de México.

Sin duda, la jefa del Ejecutivo federal, poco a poco ha ido forjando una imagen poderosa, tanto en México como en el resto del mundo, ya que ha mostrado firmeza en las decisiones que ha tomado desde que asumió el cargo, así como entereza ante los desafíos que se le han presentado.

Miedo al cambio de empleo

En las conversaciones sobre talento hablamos mucho de rotación, renuncias silenciosas y agotamiento. Menos visible, pero igual de relevante, es lo que pasa con quienes deciden quedarse en un empleo que ya no les entusiasma, principalmente por miedo al cambio. A este fenómeno se le conoce como Job Hugging: permanecer en un puesto que ya no resulta satisfactorio, pero del que es difícil desprenderse por la incertidumbre que genera moverse. No es falta de compromiso ni “comodidad” en sentido simple; es una reacción comprensible frente a la incertidumbre. La pregunta para las empresas no es quién tiene la culpa, sino qué pueden aprender de este fenómeno y cómo convertirlo en una oportunidad de gestión.

El “Termómetro Laboral” de OCC, la bolsa de trabajo en línea líder en el país,  muestra que 54% de los trabajadores en México ha declinado alguna oferta de empleo por miedo al cambio. Más de la mitad reconoce que, al menos una vez, se ha quedado donde está no porque sea su escenario ideal, sino porque las dudas sobre lo que viene después pesan más que el deseo de moverse.

El mismo estudio revela que la insatisfacción tiene efectos concretos en la operación: 46% considera que disminuye la calidad de su trabajo, 34% que afecta el cumplimiento de objetivos, mientras que otros señalan ausentismo, retardos y más errores como consecuencia de ese malestar.

Es evidente que lo que sienten las personas frente a su trabajo no es un tema accesorio, sino un factor que se refleja en los indicadores que revisa la alta dirección. Y ahí aparece un matiz importante: muchas organizaciones celebran la “estabilidad” sin preguntarse cómo se está construyendo esa estabilidad. No es lo mismo que alguien permanezca porque encuentra retos, desarrollo y sentido, a que lo haga porque percibe el cambio como algo riesgoso, poco acompañado o poco claro.

Frente a esto, las empresas tienen varias palancas de acción. Una de ellas es la conversación sobre carrera. Hablar de desarrollo no debería reducirse a una evaluación anual; se necesitan espacios periódicos y bien estructurados para revisar expectativas, intereses y posibles movimientos internos. Otras líneas de trabajo son la movilidad interna; vincular bienestar y resultados. No se trata de prometer entornos perfectos, sino de construir organizaciones donde las personas puedan expresar lo que no funciona y confiar en que habrá disposición para corregir rumbo.

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