En las próximas horas podría dar inicio el apocalipsis arancelario largamente anunciado por Donald Trump, justamente cuando se cumplan los 90 días de prórroga que había fijado para negociar “acuerdos justos” con los principales socios comerciales de su país.
De no alcanzar una armonización de último minuto, estaremos en el umbral de un pandemonio con un Trump disparando al por mayor cartas de notificación en donde se les estaría anunciando a naciones aliadas la reimposición inmediata de aranceles hasta en un 50% sobre ciento de productos importados, desatando, ahora sí, una guerra comercial con impuestos compensatorios, la interrupción de las cadenas de suministros globales y de paso elevando la tensión geopolítica en plena desaceleración económica mundial.
Pese a que el secretario del Tesoro y economistas de Goldman Sachs ven viable que se prorrogue la tregua para países que hayan demostrado avances constructivos en las negociaciones, azuzado por sus detractores que lo critican por hablar mucho y concretar poco (TACO), esta vez Trump parece poco proclive a extender los plazos, más por salvaguardar su imagen pública que por una actitud racional.
Como un adelanto de lo que podría venir, ayer planteó fijar en 50% el arancel a las importaciones de cobre y amenazó con elevar la tarifa impositiva hasta en 200% para los productos farmacéuticos.
Para Trump llegó el momento de consolidar su base y mostrar el músculo a sectores proteccionistas de la Unión Americana, entre los que destacan el núcleo del acero y la manufactura. Pero no todo esta a su favor, un exceso en lo que él considera como “correctivos” podría afectar negativamente a la bolsa, y con ello a la economía estadounidense, lo que de alguna manera lo ata de manos.
A como están las cosas lo más probable es que el presidente norteamericano opte por una solución intermedia: aplicar aranceles selectivos principalmente sobre productos provenientes de China e India y algunos sectores específicos de la Unión Europea y que se muestre más generoso con México y Canadá para evitar que el T-MEC se vea comprometido protegiendo así la cadena de suministro regional. Esta posición le abriría una puerta de escape para mostrar una postura firme sin provocar consecuencias mayores en la economía tanto local como global.
Por lo pronto Trump tiene al mundo y a los medios de comunicación donde le gusta; en la incertidumbre y en la indefinición; que se hable de él aunque no necesariamente como quisiera pero siempre manteniendo los reflectores sobre su persona y sus decisiones. La vieja estrategia que le ha permitido mantener protagonismo y presión sobre sus interlocutores, mientras juega con la ambigüedad para negociar mejores condiciones. No falta mucho para saber si Trump prefiere negociar…. o aplicar la vieja técnica de la tierra arrasada.
Finalmente, investigar de oficio la extorsión
Finalmente, una de las mayores exigencias para combatir la extorsión se ha empezado a concretar con el número 089 para denunciar extorsiones de manera anónima. Para la investigación de la comisión del delito de extorsión era necesaria la denuncia, para lo cual hay poca disposición: por apatía, temor o amenaza real, las víctimas no denuncian, pues tienen la percepción, no tan errada, de que estará en riesgo su integridad física y su patrimonio, además de ningún resultado si acude a denunciar.
Se trata de uno de los delitos más graves que aquejan a los mexicanos por varias razones: las diversas modalidades con que se comete -llamada telefónica, mensajes en redes sociales, cobro de piso, amenazas, secuestros virtuales y un amplio etcétera-; afecta a personas de todos los niveles socioeconómicos y perjudica la actividad económica en áreas urbanas y rurales de personas físicas, pequeñas, medianas y grandes empresas.
Aunque Omar García Harfuch refirió que ocho entidades concentran el 66 % de las extorsiones a nivel nacional, el dato se basa en número de carpetas de investigación. De acuerdo a un estudio de la Coparmex de hace un par de años, 1 de cada 2 negocios en el país había sido víctima de algún delito como extorsión, cobro de piso o robo de mercancía y estimó una cifra negra de 96.1%.
La recién aprobación de reformas y leyes en materia de seguridad pública ha sido fundamental para dar el primer paso a la investigación de oficio del delito, al permitir acciones inmediatas con la participación de las unidades antisecuestro en la atención al delito -algo que ya sucedía en la Fiscalía de la CDMX-; el bloqueo de líneas y equipos celulares, así como el congelamiento de cuentas vinculadas a extorsiones; operativos sorpresa en reclusorios y, fundamental, una Ley General contra la Extorsión -también propuesta de varios años-, para homologar las leyes y sanciones en todas las entidades.
No hay que perder de vista que se trata de un delito del fuero común, que le corresponde atender a las fiscalías locales, por lo que se espera que éstas tengan la capacidad y estén a la altura para atender lo que se viene, y no se atengan a que las autoridades federales les hagan el trabajo.
Lluvias, basura e inundaciones… urge la solución
Las inundaciones en las principales ciudades de México, particularmente en la capital del país, aunado a la cantidad atípica de agua que ha generado la temporada de lluvias, además de una red de drenaje insuficiente, también son causadas en buena medida por la gran cantidad de basura que provoca que las alcantarillas se tapen y los torrentes no encuentren el cauce adecuado.
Tan solo la semana pasada, en las presas Becerra y San Francisco, en la alcaldía Álvaro Obregón, se generó taponamiento por acumulación de basura, lo que originó el desbordamiento de ambas y los subsecuentes daños en colonias aledañas.
La falta de conciencia entre la población para el manejo de la basura es causa directa de muchas anegaciones. De acuerdo con datos de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil capitalina, la basura provoca cerca del 50% de las inundaciones en la Ciudad de México, lo que causa severos daños en casas habitación y negocios, pero particularmente en vialidades y vehículos automotores.
Las afectaciones por las inundaciones no son menores. La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) informó que, durante 2024, aproximadamente 29 mil vehículos asegurados sufrieron siniestros relacionados con riesgos hidrometeorológicos, siendo Guerrero, Estado de México, Jalisco y Ciudad de México las entidades con mayor número de casos.
Hace unos días, en la búsqueda de solución para el problema, el Gobierno capitalino dio a conocer que pagaría a la ciudadanía por reciclar materiales como plástico, cartón, aluminio, vidrio y tetrapack, que serán canjeables por vales para usar en mercados y tiendas, en una estrategia que busca limpiar la ciudad y apoyar la economía de la población.
Sin embargo, el tamaño del problema nos indica que la medida podría no ser suficiente debido a que la basura no es el único factor que origina inundaciones. Si bien es cierto que los desechos juegan un papel determinante, el aumento de millones de metros cúbicos de lluvias, un drenaje insuficiente, el hundimiento del suelo y determinadas zonas con alta densidad poblacional son aspectos que por más basura que se evite tirar, seguramente incidirían en nuevas afectaciones. Habría que pensar en una macro solución que verdaderamente atienda de fondo la problemática.
Estrés laboral: cuando la oficina invade tu vida personal
Trabajar bajo presión se ha convertido en una constante. Cumplir objetivos con rapidez, mantenerse siempre disponible y navegar entornos de alta exigencia son ahora parte del día a día profesional. Sin embargo, cuando esa tensión trasciende los horarios laborales y se instala en la vida personal, ya no se trata de productividad: se convierte en un riesgo que debe atenderse.
De acuerdo con el más reciente “Termómetro Laboral” de OCC, la bolsa de trabajo en línea líder en México, 5 de cada 10 encuestados reconocen que el estrés laboral ha impactado su vida personal. Aunque el 44% afirma que ha logrado mantener separados ambos ámbitos, un 7% ha llegado incluso a renunciar a su empleo como consecuencia directa del estrés.
Si bien los motivos pueden variar en cada persona, los niveles de exigencia en el trabajo, así como los desafíos para lograr un equilibrio entre la vida profesional y personal, son factores que influyen de forma directa en el bienestar de los colaboradores.
Al analizar los datos por nivel jerárquico, se observó que los coordinadores y especialistas son quienes presentan mayores niveles de estrés con un 24% que lo ha experimentado de forma considerable. En contraste, los supervisores parecen haber desarrollado mejores mecanismos para lograr un balance, ya que la mitad de ellos considera que mantiene una buena separación entre lo laboral y lo personal.
¿Qué se puede hacer para reducir el estrés laboral? La encuesta también abordó esta pregunta y los resultados son claros: el 42% de los trabajadores considera fundamental contar con un liderazgo empático y capacitado. En segundo lugar, el 20% señaló la necesidad de mejorar las condiciones laborales, seguido por el 19% que propuso incrementar salarios y prestaciones y un 15% que sugiere flexibilidad de horarios.
Estos hallazgos evidencian que el estrés laboral no es un problema individual, sino un desafío colectivo que exige soluciones estructurales. Las organizaciones tienen la oportunidad y responsabilidad de construir entornos donde el bienestar no sea una excepción, sino parte integral del funcionamiento cotidiano. Escuchar a las personas, adaptar procesos y fomentar una cultura de liderazgo consciente no solo mejora la calidad de vida de los colaboradores, también fortalece la sostenibilidad y competitividad de las empresas a largo plazo.
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