Por Rosa Marta Abascal O. | Vicepresidenta Nacional de Responsabilidad Social Empresarial de Coparmex
En el mundo empresarial actual, donde abundan indicadores, sellos y estándares, se corre el riesgo de vaciar de sentido la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y reducirla a un listado de cumplimiento. Pero la RSE no es un accesorio ni un lujo reputacional: es la columna vertebral de la estrategia empresarial, el criterio que garantiza coherencia y constancia en todo lo que hacemos.
Y es precisamente aquí donde la mirada femenina aporta una riqueza única y profundamente necesaria. No se trata de feminismo ni de cuotas, sino de reconocer que la esencia de la feminidad, con su capacidad de cuidado, escucha, visión integral y sensibilidad por la vida concreta de las personas, es clave para vivir una RSE que no se quede en la superficie, sino que transforme de verdad.
La centralidad de la persona: intuición natural de la mujer
Las mujeres líderes empresarias saben bien que detrás de cada puesto hay un rostro, detrás de cada número hay una historia, y detrás de cada indicador hay una familia que espera calidad de vida. Esta intuición, profundamente femenina, nos recuerda que ninguna política de RSE tiene sentido si no coloca a la persona al centro.
Ni los criterios ESG -relativos a factores medioambientales, sociales y de gobernanza-, ni los Objetivos del Milenio, ni las modas discursivas sustituyen lo esencial: la dignidad humana como criterio último.
Innovar es cuidar de otra manera
La innovación en RSE no es solo lanzar proyectos modernos o digitales. Innovar es encontrar formas nuevas de cuidar: cuidar el equilibrio entre trabajo y familia, cuidar la salud integral de los colaboradores, cuidar la equidad en el trato, cuidar el futuro de las nuevas generaciones con prácticas sostenibles. En este sentido, la mirada femenina aporta creatividad práctica y sensibilidad para convertir la empresa en un espacio de desarrollo y no en una máquina de desgaste.
Diagnosticar, formar, transformar… con corazón
El Protocolo UNIAPAC nos propone tres verbos que son camino: diagnosticar, formar y transformar. Las empresarias líderes pueden y deben imprimir en cada etapa un sello propio:
- Diagnosticar con apertura y empatía, escuchando lo que muchas veces no se dice en los reportes, pero se percibe en el ambiente humano.
- Formar con visión integral, impulsando no solo competencias técnicas sino también valores, carácter y sentido de trascendencia en sus equipos.
- Transformar con decisión, llevando a la práctica políticas que impacten de forma concreta en la vida de las personas: salarios dignos, flexibilidad laboral, programas de salud, educación y equidad real.
El diálogo social desde la femineidad
Las mujeres empresarias tienen también una especial capacidad para tender puentes. El diálogo social, cuando se vive desde la apertura y la escucha activa, es capaz de desarmar tensiones y construir consensos donde antes había divisiones. La femineidad aporta esa sensibilidad para unir, integrar y humanizar la conversación entre empresarios, trabajadores, sindicatos, gobiernos y sociedad civil.
Empresas con rostro humano
La trascendencia de la RSE no se mide por el tamaño de los reportes ni por la cantidad de sellos, sino por la vida que toca y transforma. Las mujeres empresarias líderes tienen hoy la oportunidad de demostrar que se puede dirigir con firmeza y con cuidado a la vez, que se puede crecer en rentabilidad y en humanidad, que se puede innovar sin perder de vista lo esencial: la persona.
El mundo no necesita más empresas que estén “de moda”, necesita empresas con rostro humano. Y esa es la aportación más profunda que las mujeres empresarias podemos ofrecer desde nuestro liderazgo: recordar que, al final, si la persona y su familia no están mejor, la RSE no sirve.
Un llamado a las mujeres empresarias
Hoy es el momento de mostrar que el liderazgo femenino tiene una voz distinta y poderosa: la que entiende que el éxito no se mide solo en utilidades, sino en la huella que deja en la vida de las personas. Cada mujer empresaria que integra la RSE como columna vertebral de su organización está sembrando semillas de trascendencia. No hablamos de adornar discursos, sino de transformar realidades. No hablamos de seguir modas, sino de construir futuro.
El reto es grande, pero la vocación femenina para cuidar, integrar y humanizar nos da la certeza de que las mujeres empresarias pueden ser protagonistas de una nueva forma de hacer empresa en México: una forma innovadora, coherente y profundamente humana.
